jueves, 25 de agosto de 2011

PUNO REVUELTO

Nuestro paso por Puno fue el más accidentado de todo nuestro viaje. Nos encontramos con las protestas de los aymaras de Yungullo que salieron a la calle para manifestarse en contra de las concesiones mineras a una compañía canadiense, teóricamente para preservar el medio ambiente y su modo de vida de agricultores y campesinos.

De todos modos los atractivos de Puno tampoco son muchos: su catedral, el Museo Dreyer, su puerto y algún mirador. Eso sí, es la ciudad peruana más importante a orillas del Lago Titicaca y punto de salida de todos los itinerarios que se pueden hacer por el lago y en concreto a sus islas.
Desde Puno partimos en barco hacia Amantaní haciendo una corta parada en las Islas Uros: son las islas flotantes que construyeron en su día los Uros para resguardarse de los invasores, están hechas de totora (la caña que crece abundantemente en las orillas del lago), aunque sus habitantes dicen continuar viviendo en estas islas, su fin turístico es evidente y en este sentido nos pareció una visita un tanto artificial con escenas bastante grotescas como cuando las mujeres Uros se despidieron de los turistas montados en una barca de totora cantando: ‘Vamos a la playa, oh oh oh oh oh’

Llegamos a Amantaní, las más turística de las islas y donde normalmente se pernocta una noche. Es una isla circular con 2 cerros, subiendo a ambos cerros tienes vista la isla, es lo que nosotros hicimos en una tarde.

Contemplando una espectacular puesta de sol desde el segundo mirador.

Nos alojaron por parejas en casas locales y a nosotros nos tocó en casa de Betty con Kristian y Ana, una pareja de US con quien hicimos muy buenas migas.

Por la noche los habitantes de Amantani, como gracia para los turistas, preparan una fiesta y nos visten con sus atuendos típicos, nos llevan a un garaje y nos ponen a bailar y olé…ya veis, una de las cosas más turísticas que hemos hecho en nuestro viaje, eso sí, nos lo pasamos muy bien y reímos mucho.

Al día siguiente partimos hacia la vecina isla de Taquile, más hostil y reservada con los turistas, más indiferente hacia ellos, más suya, con las tradiciones mucho más arraigadas y de forma natural. Normalmente los turistas sólo pasan unas hora en esta isla y después de almorzar se van, pero nosotros decidimos quedarnos a dormir y pudimos disfrutar de sus calles y paisajes sin la presencia de guiris. Nos alojamos en una de las pocas casas que admiten turistas y, aunque los aceptan, el trato es mucho más distante. Taquile es agreste y alargada, en forma de renacuajo, el pueblo principal está en la cabeza y la playa más bonita en la puntita de la cola.

La vestimenta de los hombres de la isla recuerda mucho al típico traje tradicional catalán amb la faixa i la barretina y curiosamente su plato típico es la butifarra amb mongetes.

Mientras pasean o van de un lado a otro están haciendo media o ganchillo con unas agujas pequeñas. Las mujeres también van con traje típico: falda normalmente negra aunque también puede ser de otros colores, jersey normalmente rojo y manto por encima de la cabeza.
La plaza mayor del principal pueblito de Taquile, situado en lo alto de una colina, es muy bella y uno de sus laterales es una azotea al lago.

Nos dirigimos desde el pueblo hasta la playa atravesando toda la isla que con sus múltiples cerros nos obligaba a subir y bajar constantemente. Desde allí pudimos ver que las terrazas de cultivo, heredadas de épocas preincaicas, eran aún abundantes y llegaban hasta las orillas del lago.

Otro de los elementos característicos en los caminos que transitan por la isla son sus típicos arcos de piedra con cabezas esculpidas.

Finalmente llegamos a nuestro destino, una playa bellísima de arena blanca, apacible, dulce, añorada. Parecía el mar pero era, de nuevo, el Lago Titicaca ¿os acordáis? Magnètic. Naturalmente Esteve se volvió a zambullir.

Cuando regresamos de nuestro viaje a las islas nos encontramos que la manifestación había ido a más, hasta entonces el acceso a Copacabana (Bolivia) estaba cortado, pero justo al día siguiente a las 5 de la mañana tenían programado bloquear las carreteras que se dirigían al Cusco. Nosotros queríamos visitar Silustani, unas chulpas (tumbas) situadas a orillas de unas lagunas próximas y que parecía una visita recomendable, pero debido a la situación decidimos partir esa misma noche hacia el Cusco. De hecho, posteriormente, en nuestro viaje conocimos gente que se habían quedado bloqueados en Puno y les había costado días y/o dinero poder salir de allí.
La última imagen que recordamos de las calles de Puno es, montados en primera fila de un autobús con piso panorámico, a las 10 de la noche, y una marabunta de gente cargando piedras con ambas manos, dirigiéndose hacia nosotros y coreando lemas agresivos. A su paso, dejaron la calle llena de piedras, los conductores las apartaron y pudimos, por fin, partir hacia el Cusco.

1 comentario:

  1. hola, un saludo muy friendly (como los tiburones, os acordais...) he leido con mucha gana y curiosidad vuestro cuentos de viaje (pero estais un poco retrasado...) aunque sera mucho mejor escucharlo cuando nos veamos otra vez. un saludo Giuseppe P.S. creo que el episodio de las mujeres que cantaban "vamos a la playa oh oh oh" en la totora es increible como de los tiburones friendly..

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