miércoles, 24 de agosto de 2011

ATRAPADOS POR BOLIVIA-APOLOBAMBA

Si de algo sirve llevar el blog tan retrasado, es para poder afirmar ahora que el treck del Apolobamba es el mejor  que hemos hecho en nuestro viaje. La desconocida Cordillera del Apolobamba, que tiene un promedio de 360 visitantes al año, sigue el curso lineal de la Cordillera Real, aunque no están unidas porque una depresión las separa, y se prolonga un poco más allá tras haber cruzado la frontera de Perú.
Quizás este aislamiento es el que haya permitido conservar en sus montañas la cultura kallawaya, médicos curanderos que han mantenido los métodos ancestrales de su medicina desde épocas preincaicas y que transmiten sus conocimientos a las nuevas generaciones, muy concienciadas de la importancia de la preservación de sus costumbres.
Otro de los aspectos fundamentales de la cordillera son sus enclaves mineros, de estas montañas se extrae la mayor cantidad de oro del país, de hecho Pelechuco fue uno de los primeros pueblos fundado por los colonos españoles.
No podíamos creer, mientras atravesábamos las montañas del Apolobamba, que cada día que pasaba los paisajes nos sorpredieran más que la jornada anterior: el paso de Sunchulli, el descenso de las 1000 curvas, el viejo Akhamani observándonos con su mirada de niño y culminar en el auténtico ( y aquí sí se usa el adjetivo con propiedad) pueblo de Curva.
Este treck es imposible hacerlo por cuenta propia y es imprescindible contratar un guía ya que en múltiples ocasiones no existe camino visible, o porque cruzas pampas y bofedales o debido a la nieve. En principio, contratar una agencia es muy caro debido al elevado coste de los arrieros y las mulas, nosotros decidimos cargar con todo y nuestros guías eran también porteadores. El guía principal se llamaba Fritz Gramanga y su acompañante era su sobrino Valerio que estaba muy ilusionado porque sería la primera vez que hacía el treck. Nosotros los contratamos a través de una agencia, pero Fritz es el Presidente de la Asociación de Turismo Comunitaria Illimani Multiactiva y si queréis contactar con él directamente podéis localizarle en el celular: 77583899. Fritz tiene problemas de audición y hay que hablarle fuerte, pero es un excelente guía y tiene un amplísimo conocimiento de la Cordillera. La agencia a través de la que contratamos el tour se llama Koa Travel Apolobamba, si contactáis con ellos hablad con Freddy Céspedes (73262574).

Para iniciar el treck hay que viajar un día entero hasta la población de Pelechuco en un autobús que sale aleatoriamente desde El Alto, el día programado para la salida era un lunes y allí estábamos a las 5h30’ de la mañana, con la sorpresa que ese día no salía debido a que el día anterior había sido festivo. Freddy nos ofreció un tour guiado a Tiwanaku gratuito y salir al día siguiente, no teníamos mucha alternativa y aceptamos la oferta.
Tiwanaku son unas ruinas preincaicas que se encuentran a 1 hora en autobús desde La Paz. Era el centro de la importantísima Cultura Tiwanaku que floreció a orillas del río Titicaca desde aproximadamente el año 800aC hasta el 1300dC, fecha de su colapso. Varios años antes del colapso parte del pueblo Tiwanaku emigró hacia el Cusco y dicen que fueron los que originaron la cultura Inca. Las ruinas en general no son muy espectaculares debido a que sólo se ha excavado un % muy pequeño de lo que supuso la gran ciudad de Tiwanaku, pero tiene 3 elementos de gran relevancia:
-          La famosísima Puerta del Sol con sus enigmáticos grabados y uno de los pocos lugares donde se puede observar una imagen del dios Viracocha


-          El templete de las cabezas, que es un templo bajo con sus 4 paredes decoradas con cabezas clavas, algunas de ellas muy bien conservadas.


-          Un enorme monolito de 7 metros de altura que ahora tienen conservado en el Museo del Sitio.

Finalmente resultó ser una visita muy interesante ya que teníamos unas expectativas muy bajas al respecto por los comentarios de otros viajeros y de hecho no pensábamos visitarlo.
Así pues, al día siguiente fue la definitiva, y partimos con un bus destartalado y lleno hasta los topes hacia Pelechuco, tardamos unas 12 horas en cubrir los menos de 300km que separan éste pueblo de El Alto,  eso sí, el 80% de ellos por carreteras de ripio de difícil tránsito. Pelechuco se descubre ante nosotros en el fondo de un valle después de travesar un espeso bosque de queñuas (árboles que sólo crecen a más de 3000msnm). Resultó ser un típico pueblecito colonial con sus calles empedradas, sus casas de piedra y cal, sus puertas de madera y su plaza principal custodiada por su espectacular iglesia.
 

La primera noche la pasamos en un acogedor hostal de la plaza y al día siguiente empezamos el viaje.

Los primeros pasos los andamos por las empedradas y tortuosas calles del pueblo hasta llegar a un camino que nos conduce al primero de los valles que recorreremos en ascenso hasta el primer paso de montaña. Cuatro cóndores nos dan la bienvenida a sus montañas poco después de perder el pueblo de vista. Ascendemos por una camino que en algún momento conserva su empedrado de la época Tiwanaku, la niebla empieza a perseguirnos durante el ascenso que se hace muy ameno por el espectáculo paisajístico que nos ofrece el lugar.

Llegamos a un semiplano donde almorzamos y vimos más cóndores que con los prismáticos se veían bien cerquita con sus característicos collares blancos. Continuamos en semiplano pasando al lado de unos lagos que un poco más arriba se convertían en bofedales.

Al final de los bofedales, la pendiente se empinó de golpe y a través de un camino de zig-zag llegamos al primer paso del treck: el paso de Kenzani. Colocamos una piedra en la gran apacheta para descargar nuestro cansancio e iniciamos el descenso perplejos por el espectáculo que aparecía ante nosotros: un inmenso y profundo valle que se extendía hasta perderse en la lejanía.

El descenso vertiginoso nos llevó hasta el fondo del valle, donde gozamos de un ligero descanso, y echando la vista atrás contemplábamos las espectaculares montañas que acabábamos de atravesar.

Cruzamos el valle hasta llegar a un camino con muchos derrumbes que ladeaba la montaña hasta nuestro primer destino de acampada al lado de un río con un puente inusual y una casa de campesinos.
La primera nit va ser serena i estrellada, inoblidable, punyent, amb aquell estel fugaç tan llarg, amb l’estrella que mor i amb el fred als peus que ens envia a la tenda.
Empezamos la etapa del día siguiente cuando el sol iluminaba las montañas lejanas.

Poco después llegamos al único pueblo que se encuentra entre el punto de partida y el de llegada de todo el treck, Hilo-Hilo. Compramos algunas provisiones y agua y continuamos atravesando los impresionantes valles que se abrían paso entre las montañas, siempre ascendiendo, o a lo sumo atravesando algún plano. Precisamente en esta etapa fue donde encontramos más rebaños de camélidos

Así pues, subimos y subimos hasta llegar a una pequeña pampa donde almorzamos, Esteve aprovechaba estas pausas para escribir.

Poco después llegamos al lugar minero de Vizcachani, donde los trabajadores de las minas van a descansar después de sus jornadas laborales. Continuamos en ascensión constante ladeando las montañas y almorzamos al lado de un laguito. La niebla nos alcanza mientras descansamos y cuando retomamos el camino, justo detrás nuestro se inicia el desnivel más vertiginoso del todo el treck, el llamado ‘Descenso de las Mil Curvas’, se trataba de una encañonada profunda que debido a la niebla no tenía fin, así parecía que estuviésemos descendiendo hacia el centro de la tierra.

Al final de las Mil Curvas cruzamos el río con una linda cascada al lado hasta llegar a nuestro sitio de acampada, un lugar llamado Inca Cancha, una explanada que se denomina así por tener las dimensiones de un campo de futbol, aunque cuando llegamos sólo había vacas pastando. Allí montamos las carpas y pasamos una noche distinta a las dos anteriores ya que la niebla cubría el valle a la vez que nos abrigaba del frío.
Fritz nos dijo que tras la montaña que teníamos delante nuestro se podía ver la cima del Akhamani pero la niebla nos privó de verlo. Sin embargo, el día siguiente amaneció sereno y radiante y al salir de la carpa lo primero que vimos fueron unos ojos de niño llenos de sorpresa e inocencia que nos observaban desde la altura.

Uno de los momentos más duros del treck es la subida desde Inca Cancha hasta el siguiente paso de montaña situado al este de pico Akhamani.

A poco de llegar al puerto las vertientes del Akhamani muestran sus glaciares, sus barbas descienden esbeltas desde su rostro de expresión vergonzosa, quizás por eso la niebla llegó justo cuando llegamos a la zona donde se contempla con mayor visibilidad este espectáculo.

Hemos cubierto el último paso de montaña y Fritz nos felicita por haberlo logrado sin sufrir mal de altura y a buen ritmo.
Descendemos por un camino en zig-zag hasta llegar a bastas extensiones de pampas y bofedales donde las llamas y las alpacas pastan a sus anchas. De vez en cuando pasamos al lado de cabañas de pastores.

Tras llegar al fondo del valle, cruzar el río y almorzar, continuamos por un camino que ladeaba toda una montaña hasta llegar al camino-carretero que nos condujo directamente hasta Lagunillas, donde montamos las carpas al lado de un albergue comunitario construido con la Cooperación Española y que, como todos los que hemos encontrado en nuestro viaje, no funcionaba y estaba en estado de semi abandono.

Tres cuartos de hora de ascenso separan Lagunillas del pueblo de Curva situado en la cima de un cerrito. Al llegar a él parece (…vaya, otra vez los tópicos parecen tener sentido en este pueblo…) que el tiempo de hubiera detenido en algún momento del pasado. Cuna y referencia de la conservación de los métodos tradicionales kallawayas, Curva ignora de forma espontánea y natural el impacto turístico que pueda tener que, por suerte, por el momento tampoco es mucho.

Al día siguiente tomamos un bus de Curva hasta Charazani donde nos despedimos de Fritz y Valerio que regresaron a La Paz y nosotros nos quedamos a descansar en las finalmente no tan espectaculares y algo sucias aguas termales del pueblo. La vuelta de Charazani a La Paz fue accidentada porque el bus que teníamos que coger no pasó debido a que los 2 días anteriores habían sido festivos y los conductores estaban tomados, finalmente regresamos en un coche con gente de la municipalidad de Charazani, por el camino pudimos ver las Fiestas de Carabuco.


Nos acercábamos ya al circo de los glaciares para empezar la temible ascensión hasta el Paso de Sunchulli, la cota más alta del treck, 5100msnm.
Una pequeña granizada y unos truenos estridentes parecían no presagiar un ascenso fácil y así fue. De todos modos, el espectáculo que ofrecía el lugar era conmovedor y los patos aterrizando en la laguna verde quedaron fotografiados en nuestra memoria con mucha más intensidad y nitidez de lo que pudiese hacerlo cualquier cámara digital.

Pronto llegamos a la nieve y tuvimos que cruzar su extensión blanca hasta toparnos con una pared vertical cubierta de nieve, escollo final hasta el paso. Justo allí volvió a granizar, esta vez con más fuerza, parecía que el destino aunase el lugar de más difícil acceso con las peores condiciones climáticas que tuvimos en todo el treck. La naturaleza es así de especial.

A media subida nos resguardamos en una arista de la roca hasta que dejó de granizar y finalmente por la tierra acabada de humedecer subimos entre resbalones y pasos cortos hasta la cima.

Al otro lado del paso un nuevo circo de nevados nos esperaba, si cabe más espectacular que el que recién dejamos y naturalmente el tiempo cambió de forma radical.

Sólo faltaba una vertiginosa bajada hasta el campamento de la próxima noche, al inicio del valle y a los pies del circo. Al lado de los muros de un antiguo establo.
La noche volvió a ser serena y estrellada y aunque no hubo estrellas fugaces el abrazo de la noche sobre nuestro abrazo fue inolvidable
Al día siguiente el cielo está muy claro pero hace frío, hemos dormido a 4700msnm y las ganas de dormir se han tenido que pelear con el frío durante toda la noche. Ansiábamos que el sol llegase hasta nuestras carpas.

A través de un estrecho y arriesgado camino que ladea la vertiente este del valle avanzamos con dificultad y en leve ascensión. Al otro lado, en la vertiente oeste Fritz nos indica los puntos mineros de extracción de oro escondidos en los recovecos de la oscura montaña negra. Nos sorprendemos que tan preciado mineral esté oculto en las entrañas de montañas tan fúnebres.
Lentamente nos íbamos acercando al siguiente paso de montaña situado a unos 4700msnm, donde nos despedimos del majestuoso pico Sunchulli…

y nos preparamos para una nueva sorpresa, el fabuloso paisaje aletargado al otro lado del paso. El valle profundo cubierto de nubes en su fondo y los picos nevados emergiendo por encima de ellos, así como una cordillera lejana de nevados como telón de fondo, que ya era Perú.
A poco del descenso vimos por primera vez al “anciano con mirada de niño”, el viejo Akhamani. La seva imatge esdevé mágica i la delata com a muntanya sagrada pels kallawayas.

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