jueves, 25 de agosto de 2011

DE LA EXPLÉNDIDA AREQUIPA A LAS PROFUNDIDADES DEL COLCA

Nuestro primer destino peruano fue la hermosa y sobria ciudad de Arequipa. Después de una entrada sin problemas en la aduana y de pasar el menor tiempo posible en la fronteriza i “peligrosa” ciudad de Tacna, fuimos acogidos en la tierna calidez arequipeña. Aunque la primera noche la pasamos al primer hostal donde nos llevó un taxista, ya que llegamos a media noche, al día siguiente fuimos a buscar un lugar más acogedor y, sin duda, lo encontramos: Hostal El Tumi de Oro. Gracias a la hospitalidad de su entrañable propietario Hugo.

Además en el hostel había una terraza y una cocina de las que gozamos casi en exclusividad

                Uno de los principales atractivos de la ciudad es su ubicación a los pies del volcán Misti, su cono perfecto emerge desde cualquier punto de la ciudad observando a diario el trajín de sus habitantes

                Y como no, otro de sus atractivos principales es que es, bajo nuestro punto de vista, la segunda ciudad colonial mejor conservada del Perú después del Cusco, con sus múltiples casonas, conventos, iglesias, patios, plazas…todo ello construido con el característico material de sillar, piedra volcánica pulida.


De entre todos los lugares de Arequipa el que goza de mayor reputación es el Convento de Santa Catalina, su interior es como un pequeño pueblo y cada calle, con nombres de ciudades españolas, es de un color distinto: azul, rojo, blanco…

                A través del recorrido que se hace por él se puede observar cómo vivieron las monjas de clausura en tiempos coloniales: sus habitaciones, sus cocinas, sus claustros e incluso sus lavaderos.

                De todos modos debemos decir que las particulares monjas que habitaron este selecto convento eran hijas de familias nobles españolas muy adineradas y sin mucha vocación….con lo cual siguieron el mismo ritmo de vida en el convento de Arequipa que el que tenían en sus bien estantes casas familiares, así celebraban fiestas, tenían criados y no vivían con mucha austeridad precisamente…
                Arequipa está repleta de casonas coloniales muy bien reconstruidas tras los múltiples terremotos que ha sufrido la ciudad. Muchas de ellas se pueden visitar y muchas de ellas actualmente son propiedad de bancos que lo que han hecho es mantener una parte de la casona con su arquitectura original y en la otra instalar sus oficinas. Quizás de entre todas ellas la que contiene un mayor fondo cultural es la Casa del Olmo con múltiple mobiliario y obras de arte en su interior.

                Otro de los lugares que nos fascinó fue la Biblioteca de la Iglesia de la Recoleta que sólo se abre al público durante 15 minutos cada hora durante el horario de visita al templo-museo, aunque nos dimos cuenta que podía ser un poco más. La verdad es que alucinamos con los antiquísimos ejemplares que exponían sus vitrinas.

                Naturalmente, como en cualquier ciudad de Bolivia y Perú, el centro neurálgico de las principales ciudades se haya en su plaza de armas. En la de Arequipa destaca su catedral, que ocupa todo un lateral, emergiendo el Misti detrás de ella como si fuera su guardián, y sus porches con columnas cercando toda la plaza.

                Llegar a Arequipa desde Bolivia supuso para nosotros darnos cuenta de la ventaja que tiene Perú, a nivel turístico, sobre su país vecino en detalles cotidianos como es tomar un buen café con leche, tener una conexión wi-fi más rápida o tener una información turística más detallada.
                A 4 horas en autobús desde la ciudad de Arequipa se llega al inicio del Cañón del Colca, el segundo más profundo del mundo después de otro que también está en Perú y muy cercano a la zona.

Pero nosotros viajamos hasta un pueblecito que se halla dos horas más allá de donde oficialmente empieza el cañón: Cabanaconde.
                Aunque son múltiples las ofertas turísticas desde Arequipa para llevarte a hacer un tour al Colca recomendamos febrilmente hacer la excursión por cuenta propia y escoger por uno mismo la ruta y los lugares que se quieren visitar, ya que son muchos. En concreto nosotros tuvimos claro que el pueblo que más nos apetecía visitar era Fure, cerca del cual se encuentra la cascada de Huaruro, así pues desde Cabanaconde y sin perder tiempo empezamos a bajar  los 1250m de desnivel casi vertical hasta el pequeño hotelito de cabañas que  se encuentra a orillas del río (Oasis de Sangalle).
               

                La verdad es que la bajada fue espectacular y los paisajes nos hacían detener a cada instante a fin de ser contemplados, de manera que cuando llevábamos algo más de la mitad de descenso vimos cómo se ponía el sol. La luz se mantuvo casi hasta abajo, pero a poco de nuestro destino tuvimos que hacer uso ya de nuestros frontales para llegar al hotel. Las cabañas eran muy chulas.

                Al día siguiente decidimos descansar en sus instalaciones durante todo el día, la verdad es que hacía tiempo que no veíamos una piscina…

                Por la tarde bajamos a ver el río que había creado tal espectáculo natural.

Al día siguiente partimos a Fure, naturalmente nos tocó ascender por la otra vertiente del río, más o menos, unos 600 m de desnivel, pudiendo observar delante de nosotros el trazo del camino por el que bajamos 2 días atrás.

A partir de allí el camino fue ladeando la pared del cañón recorriéndolo hasta encontrarnos con otro cañón que desemboca en el Colca y al final del cual se halla Fure.

El camino es de una gran belleza aunque toque andarlo bajo el sol constantemente. Hay que resaltar también los tramos de auténtico vértigo por los que transcurre el estrecho caminito que te va acercando al pueblo.

Una constante en los caminos del Colca son sus puentes colgantes y, como no, también hay uno a la entrada de Fure.

Llegamos exhaustos al pueblo pero dejamos nuestras cosas en el alojamiento y no perdimos tiempo en partir hacia la cascada ya que nos dijeron que teníamos tiempo de llegar antes de que anocheciera. Es una de las cascadas más bellas de nuestro viaje, aunque sólo se puede observar a cierta distancia, se perciben perfectamente su fuerza, su altura y su brío. Tiene la particularidad de que no cae de frente si no de lado.

Retornamos al pueblo y nuevamente tuvimos que hacer uso del frontal para llegar ya que se nos volvió a hacer de noche. Nos hospedamos en una humilde habitación de uno de los 2 o 3 hostales que hay en el pueblo que no alberga a más de 30 familias.


Al día siguiente desandamos el camino hecho el día anterior hasta el pueblo de Mallata desde donde descendimos, esta vez bajo un frondoso bosque, hasta el pueblito de San Juan de Chucho, lugar donde pasamos la noche. Por la mañana volvimos al río, este tramo era menos encañonado que el resto pero también espectacular por las inmensas piedras que el río había depositado en esa zona.


Por la tarde, y después de almorzar, reemprendimos la subida definitiva del retorno a Cabanaconde, pero esta vez por una ruta distinta de la que descendimos al río. El puente colgante a la salida de San Juan de Chucho es el más largo de todos los que cruzamos.

Empezamos el ascenso con mucha energía pero la verdad es que llegamos arriba muertos!!! De todos modos el Colca es imprescindible, impresionante, imperdible, imponente y te ofrece a cada paso lugares formidables.

Y escenas de gran belleza.

Quizás por eso, a pesar del enorme esfuerzo que supone la ascensión nunca se pierden las ganas de jugar.

Nos hospedamos en una linda habitación de Cabanaconde y al día siguiente fuimos en autobús al enclave más turístico del Colca, La Cruz del Cóndor.

En este lugar los cóndores aprovechan las corrientes de aire para ascender desde sus nidos hasta los altos cielos con lo cual es muy probable poderlos avistar muy de cerca. Nosotros tuvimos la suerte de ver aproximadamente 20 cóndores en las 2 horas que estuvimos allí, 9 de ellos volando al mismo tiempo y 2 de ellos pasando literalmente ante nuestras narices…y es alucinante ver como giran la cabeza hacia ti para observarte cuando pasan por delante tuyo. Eso sí, van mucho más rápido de lo que parece y no pudimos hacer ninguna buena foto con nuestra humilde cámara, ha sido el único momento del viaje en que hemos deseado tener una de esas estratosféricas cámaras que tenían todos los turistas a nuestro alrededor.
De todos modos ahí queda nuestra foto.

La última parada de nuestra estadía por el Colca fue la turística ciudad de Chivay, situada en la entrada al Cañón del Colca. Destacar de ella su antigua iglesia y sus agradables baños termales.

Por cierto, fue en estos pueblos del Colca donde vimos por primera vez los famosísimos moto taxis.

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