miércoles, 9 de noviembre de 2011

LA CAPITAL

En Lima nos sentimos como en casa gracias a la hospitalidad de Fio y Carlos, una pareja con quien compartimos las noches estrelladas de San Pedro de Atacama y que nos invitaron a su casa en nuestra estadía en Lima.

Al ser una ciudad plana no se puede apreciar el  tamaño de una urbe de más de 8,4 millones de habitantes desde ningún cerro o montaña, pero pudimos darnos cuenta de sus dimensiones a través de los larguísimos trayectos en taxi para trasladarnos de un barrio a otro. Nuestro primer día fue muy variado, por la mañana visitamos la Huaca Pucllana que está en medio del céntrico barrio de Miraflores.

Construida totalmente con ladrillos de adobe colocados de manera que evitaba el derrumbe de sus paredes en caso de sismos. Hasta los años 80 esta huaca estuvo parcialmente enterrada bajo la arena y se utilizaba como pista de motocrós y  campo de futbol. A partir de esa época empezó a ser recuperada y reconstruida. Una de las extravagancias es que desde la terraza de un lujoso restaurante situado en el interior del recinto se pueden contemplar los patios y paredes de la huaca.
Después de un paseo por el parque Kennedy bajamos por la bulliciosa avenida Larco hasta el centro comercial Larcomar donde quedamos sorprendidos por las espectaculares vistas sobre el océano Pacífico. El litoral de la capital está suspendido al filo de un alto acantilado que propicia un sinfín de atalayas desde donde comprender la inmensidad del océano.

Contemplamos el sol ponerse tras el faro-isla de San Lorenzo mientras tomamos un café desde una de las terrazas suspendidas en el acantilado. Ya de noche fuimos paseando hasta Barranco, el barrio más de moda y bohemio de Lima y donde hay muchos restaurantes y locales nocturnos. Sólo llegar nos invitaron a quedarnos a un recital de poesía que se hacía en una sala de la biblioteca del barrio, uno de los poetas, tan extravagante en sus formas como en sus contenidos, hizo participar a Celia en una de sus performances poéticas. El tipo iba recitando el poema a través de un megáfono dando vueltas alrededor de la sala mientras los 4 ‘voluntarios’ situados en el centro repetían acompasadamente la palabra ‘bajo’.

Nos reunimos con Fio y fuimos a comer los típicos anticuchos (corazón de vaca). Más tarde, ya con Carlos y unos amigos, conocimos la noche barranqueña.
Al día siguiente nos desplazamos al centro histórico de Lima, donde estuvimos esperando, junto a un grupo de gente, que saliera Ollanta Humala (ganador de las recientes elecciones) del Palacio de Gobierno donde se acababa de entrevistar con el aún presidente Allan García, pero finalmente su salida se demoró y nos fuimos. El casco viejo de Lima ha perdido gran parte de su belleza colonial debido a los terremotos y a la posterior modernización de la ciudad, pero aún mantienen su encanto plazas, iglesias y algunos edificios.

 Otra de las anécdotas es que delante de la iglesia de San Francisco vimos un grupo de jóvenes de la ruta Quetzal, como sabéis las expediciones organizadas a Latino América por Miguel de la Cuadra Salcedo que podéis ver sentado a la izquierda del orador.

Después nos fuimos a ver Biutiful en unos cines de la plaza del Obelisco, el día debía terminar con un concierto del grupo La Ira de Dios del que Carlos es integrante pero que fue suspendido a última hora.
El sábado lo dedicamos a visitar una Bio Feria de productos orgánicos muy interesante y donde estuvimos hablando con algunos de sus organizadores, y por la tarde se nos fueron las horas en el extensísimo Museo de Arqueología, Antropología  e Historia. Por la noche conocimos a otros amigos de Fio y Carlos y pasamos con ellos la velada.
Finalmente el domingo, nuestro último día en Lima, lo dedicamos a conocer Barranco con la luz del día. Su lugar más emblemático es el Puente de los Suspiros del cual dicen que pidiendo un deseo cuando estás en su mitad y aguantando la respiración hasta el término del mismo dicho deseo se cumple…supongo que ya adivináis lo que pedimos.

Luego bajamos por la calle de los baños hasta la playa donde dimos un paseo  a orillas del océano bajo un día gris debido a la típica niebla que normalmente cubre la capital.
De Lima nos fuimos hasta Barranca en bus con el objetivo de visitar las ruinas de la civilización que, hasta el momento, se considera la más antigua de América y la segunda del mundo después de Mesopotamia. Su nombre es Caral y están ubicadas en medio del desierto y al pie de un río que actualmente sólo fluye en época de lluvias.

Se trata de unas pirámides construidas en piedra donde dos de ellas tienen la particularidad de tener al pie de su fachada principal unas plazas circulares hundidas donde se celebraban eventos y rituales.

Ya Caral se dividía en una zona Norte donde se encontraban las casas y centros ceremoniales de la élite, totalmente inaccesibles a la parte Sur, en la que residían los artesanos y comerciantes. Las pirámides y edificios contenían en su interior unas redes rellenas de piedra y escombro que daban la flexibilidad necesaria a los edificios en caso de sismos. Como curiosidades, en Caral ya se han encontrado quipus, modo de contaje y escritura que tenían las antiguas civilizaciones de la zona a través de diversos nudos hechos sobre cuerdas unidas todas en un único cabo. En la foto mostramos un quipu que no pertenece a Caral sólo para que veáis cómo son.

Curioso constatar también en Caral que nuevamente, al igual que Mesopotamia o Egipto, esta civilización tan antigua naciera y se desarrollara en pleno desierto y en la ribera de un río.
Por la tarde nos fuimos a las playas de Barranca en esta época desiertas pero que en época de verano se llenan de bañistas. Desde un mirador se puede contemplar la abrupta costa.

En esta zona se intercalan grandes playas de fina arena con agrestes acantilados terrosos y que parece que el embate de las olas tenga que deshacer en cualquier momento. Una de las playas más conocidas es la de la pirámide donde uno de estos peñones terrosos parece haberse desplazado formando una península en forma piramidal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario