LEYMEBAMBA
La carretera que lleva de Cajamarca a Chachapoyas es de las más fascinantes que hemos recorrido por los exuberantes paisajes que atraviesa. Estrecha y siempre con el precipicio a un lado, el viaje resulta tan distraído como sobrecogedor.
Se atraviesan los Andes desde donde empieza la montaña tras dejar la costa y el desierto, hasta donde las montañas terminan y empieza la selva llana. Esta parte de los Andes no es de tanta altura, los picos nevados del sur dejan paso a verdes montañas de bosques nubosos, por eso los habitantes
de esta región eran llamados Chachapoyas (hombres de la lluvia), y fueron de las poblaciones que ofrecieron mayor resistencia a la invasión inca por su carácter guerrero.
Nuestra primera parada fue en el pueblo de Celendín, pero no nos cautivó mucho y al día siguiente continuamos nuestro viaje. Un mirador sobre el pueblo fue lo más llamativo.
La belleza de los paisajes aumentó en esta segunda etapa,
que nos llevó hasta el pueblito de Leymebamba, donde no teníamos previsto parar, pero que nos recomendaron con mucho acierto ya que el lugar es precioso.
Pasamos unos días intensos y agradables en un entorno natural excelente y vibrante, rodeados de montañas que te acogían y te arropaban en un verde vigoroso que te hacía sentir tal grado de libertad que el ánimo se nos elevaba hasta las nubes, convirtiéndonos nosotros también por unos días en “hombres de la lluvia”.
El atractivo principal del pueblo es su museo que contiene todo lo encontrado en el excepcional hallazgo de unas tumbas del periodo Inca-Chachapoyas situadas en una pared rocosa e inaccesible al lado de la Laguna de los Cóndores a la que sólo se llega tras una jornada a pie o caballo. Lo más impactante del museo es la cámara de las momias donde se han depositado las 230 momias halladas en el lugar. Algunas de ellas se recuperaron aún intactas dentro de los sacos donde los Chachapoyas colocaban las personas momificadas para posteriormente hacer el entierro. Otras sin embargo se hallaron sin su fardo mostrando rostros de ultratumba.
El museo se completa con objetos hallados en las tumbas y un recorrido por los distintos restos funerarios arqueológicos encontrados en la zona, siendo los más impresionantes Los Pinchudos, por el momento un lugar de visita inaccesible.
También el último día fue muy curioso asistir a una feria de ganado donde se mostraban los mejores sementales de la región. Todo el pueblo estaba allí reunido celebrando una fiesta con música, paradas de comida, subastas de ganado, concursos, etc… y donde los ganaderos hacían sus ventas.
LA CONGONA
La primera excursión que realizamos desde Leymebamba fue a las ruinas chachapoyas de La Congona situadas en lo alto de un escarpe. A estas ruinas prácticamente no va nadie y se hallan en su estado original, es decir, sin ningún tipo de intervención arqueológica y mostrándose tal y como la vegetación ha ido a lo largo de los años cubriendo sus edificios.
ara llegar a La Congona salimos a pie de Leymebamba de madrugada y subiendo por un embarrado camino fuimos alejándonos del pueblo.
Pasamos por una comunidad en lo alto de una loma y continuamos por el valle de atrás bajando hasta unos pastizales y posteriormente volviendo a subir por el cauce de un torrente hasta emprender el camino que definitivamente, después de una fuerte pendiente,
nos llevaría a pie de ruinas. Desde La Congona, y a través de la vegetación que la cubre, se puede disfrutar de unas espectaculares vistas.
Los edificios y casas Chachapoyas son de planta y cuerpo circular y la mayoría de ellas están decoraras con frisos de figuras geométricas.
nos llevaría a pie de ruinas. Desde La Congona, y a través de la vegetación que la cubre, se puede disfrutar de unas espectaculares vistas.
Los edificios y casas Chachapoyas son de planta y cuerpo circular y la mayoría de ellas están decoraras con frisos de figuras geométricas.
A pesar de que la mayoría de los edificios están muy deteriorados y cubiertos de maleza, y que tampoco es muy extenso, la verdad es que nos fuimos muy satisfechos, porque es difícil encontrar un lugar como éste en que el abandono, el olvido y la naturaleza han modificado hasta presentarlo así, tal cual, como si todo visitante fuera el primero en descubrir ese lugar misterioso donde hombres lejanos vivieron sus vidas.
REVASH
REVASH
La muerte y los ritos funerarios fueron recurrentes en nuestro viajar por la provincia de Chachapoyas, ya que la mayoría de lugares a visitar eran sitios funerarios. Revash, fue a nuestro entender, el más espectacular de los que pueden visitarse, aunque nosotros sólo fuimos a dos. Desde el vecino pueblo de Yerbabuena, donde nos trasladó una combi de pasajeros a una hora intempestiva, partimos hacia Revash aún de noche por una carretera de terracería que ascendía paralela a un río. Se fue haciendo de día y de este modo pudimos darnos cuenta del lugar espectacular por el que estábamos transitando, a través de montañas con fallas rocosas realmente espectaculares.
En un lugar determinado cruzamos el río y empezamos la tremenda ascensión, ya por un sendero, hacia nuestro destino, que aunque desde aquí ya se podía localizar nosotros no veíamos. Y vosotros ¿lo veis?
La verdad es que Revash es uno de esos lugares donde medio y fin son igual de espectaculares, ya que la ruta que lleva a las tumbas es de una belleza exultante y los mausoleos y su localización en la zona baja de una pared vertical son alucinantes.
Pero lo extasiante para nosotros fue, primero estar solos en el lugar, y segundo ascender, aunque nos pareció que ya no estaba permitido, hasta la ranura donde se hallan los mausoleos, un lugar no apto para los que sufren vértigo.
Lo lamentable es que desde allí pudimos ver lo deterioradas y maltratadas que están las paredes de los mausoleos, y sobre todo, el desprendimiento que hay al final de éstos a la derecha tal y como se puede apreciar en la foto general (dos fotos atrás), lo que hace muy peligroso estar donde estuvimos. Pero al mismo tiempo fue un privilegio poder ver las pinturas que decoran los mausoleos y las rocas de tan cerca y apreciar todos sus detalles.
La verdad es que Revash es uno de esos lugares donde medio y fin son igual de espectaculares, ya que la ruta que lleva a las tumbas es de una belleza exultante y los mausoleos y su localización en la zona baja de una pared vertical son alucinantes.
Pero lo extasiante para nosotros fue, primero estar solos en el lugar, y segundo ascender, aunque nos pareció que ya no estaba permitido, hasta la ranura donde se hallan los mausoleos, un lugar no apto para los que sufren vértigo.
Lo lamentable es que desde allí pudimos ver lo deterioradas y maltratadas que están las paredes de los mausoleos, y sobre todo, el desprendimiento que hay al final de éstos a la derecha tal y como se puede apreciar en la foto general (dos fotos atrás), lo que hace muy peligroso estar donde estuvimos. Pero al mismo tiempo fue un privilegio poder ver las pinturas que decoran los mausoleos y las rocas de tan cerca y apreciar todos sus detalles.
Una curiosidad es que el sol apenas puede hacer llegar algún rayo de luz a ese precipicio en todo el día, ya que su trayecto es paralelo a la falla de tal modo que transita por encima de ella a eso del mediodía, para recular de nuevo por la tarde.
Sólo resaltar también que estos mausoleos, como casi todos en el Perú, fueron huaqueados con anterioridad a ‘su descubrimiento’ por lo que no se conserva nada de las ofrendas con las que se enterraba a sus difuntos.
KUELAP
Sólo resaltar también que estos mausoleos, como casi todos en el Perú, fueron huaqueados con anterioridad a ‘su descubrimiento’ por lo que no se conserva nada de las ofrendas con las que se enterraba a sus difuntos.
KUELAP
Por una rocambolesca historia de coincidencias y azares largo de explicar conocimos a un grupo de extremeños con los que visitamos la joya de la región: las ruinas de Kuelap, la ciudad Chachapoyas mejor conservada de todas las que existen en la zona.
Kuelap se halla en lo más alto de un cerro cuya meseta superior sirvió para asentar una ciudad espectacular repleta de casas circulares y custodiadas por una muralla que recorre el escarpe natural de la montaña.
Hay 2 entradas principales, la Norte y la Sur, que permiten acceder a la ciudad a través de una larga y angosta escalinata, lo que confirma el carácter guerrero del pueblo Chachapoya.
El interior de la ciudadela tiene 3 niveles, en el inferior se hallan casas y en los 2 superiores se hallan edificios religiosos y de gobernantes. Una de las edificaciones prototipo se ha reconstruido tal y como fue para dar una idea del aspecto de la ciudad, de casas circulares con los techos cónicos hechos de hoja seca y todas ellas muy unidas entre sí, dejando solo las vías principales para el tránsito de las personas.
En el nivel más superior se hallan las torres de vigilancia delas cuales la norte es la mejor conservada y desde su cima hay incomparables vistas además de un dominio total del valle.
Pero el edificio más emblemático de la ciudad por su todavía enigmático uso es ‘El Tintero’ que recibe su nombre por su forma de cono invertido. Hay diferentes versiones sobre su uso, desde cárcel hasta oratorio. Lo que sí está demostrado es que debajo de la tierra la edificación continuaba haciendo la forma inversa del tintero, es decir, tenía la forma de un reloj de arena, aunque no lo pudimos comprobar porque actualmente no está permitido el acceso.
Aunque a Kuelap le llamen el Machu Pichu del Norte, la verdad es que los 2 lugares son incomparables y pensamos que darle ese título es crear unas expectativas que no le hacen ningún bien. Es mejor visitar Kuelap como si fuera lo que es: la ciudad mejor conservada de uno de los pueblos con mayor carácter de todos los que sucumbieron al Imperio Inca. Quizás de ese modo su espectacular belleza pueda sorprendernos con la espontaneidad natural que le es intrínseca.
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